Conocí a mi mujer hace unos días.
La ví en ese misterioso café-restaurant.
Pedí un capuccino solo para beber algo que ella preparara.
La observaba mientras lo preparaba y disimulaba la mirada con espejos.
Ella es mi mujer de cabello corto, piel blanca, delgada, ojos grandes, converse grises.
El mesero me trajo el café pero no tenía canela; se la pedí a ella. En tanto contemplaba su belleza y callaba mientras ella esparcía canela en polvo. Le di las gracias y ella me regalo una breve sonrisa.
Bebí mi café (muy lentamente) y pedí uno más. Sin embargo ella no vino a poner la canela como antes y la mire de lejos.
A ella no la opaca la maquinaria, ni aquellos rostros lacónicos de los meseros mayores.
Ella sonríe y su sonrisa contagia y devuelve la vida a los meseros, al lugar.
“Café Madrid” se llama.
Me fui pensando en inventar algún motivo para tomarle una foto.
Me sentí tan emocionada de haber encontrado a mi mujer que quería mostrarla al mundo.
Quizá le tome esa foto o quizá no vuelva a ver a mi pequeña más no débil mujer.
Les diré lo que haré (lo he planeado cuando el entusiasmo bajo un poco).
Yo la dejare libre; no intentare conquistarla.
Saben ya imagine nuestra relación, nuestros besos y caricias. Eso me da un placer de café caliente, de capuccino con canela.
Yo la amo y se que existe; yo la encontré y eso me basta.
No quiero que nuestra relación termine; no quiero pensar en forzar la realidad como antes.
De repente me pregunto que hace o si aun trabaja ahí.
De repente siento que olvido su rostro...aunque intento retenerlo en mi memoria inútilmente.
Yo tengo mala memoria, por eso escribo.
miércoles, diciembre 27, 2006
jueves, diciembre 14, 2006
Espere que rompieras el silencio y fui yo quien hablo
Por un momento intentare (como no hago hace mucho).
Tratar de recordar las cosas bellas.
El amor y sus breves detalles felices.
Entonces tendré que hablar de aquellas tardes, en tus brazos: cuando me cantabas al oído y lo maravillado que te sentías de verme bajar del autobús.
Tendré que hablar de tus suaves labios...
Si he de hablar solo de lo bueno como hace mucho no hago.
Tendré que hablar de nuestra última noche juntos, de hacer el amor a la luz de las velas, de dormir y soñar contigo.
Y mencionare también de cómo nos gustaba mirarnos desnudos en el espejo. El espejo húmedo del vapor de regadera.
Podré llamarle amor aunque ya no te amaba cuando ocurrió.
Si he de nombrar solo lo bello, tengo que decir que hubo belleza incluso en aquello que nunca ocurrió, aquello que aun espero; ya no contigo.
Puesto que te conocí y me enamore.
Tu voz, tus labios, tu forma de mirar, tu misterio (en el que espere hubiera un espacio para mi).
Si he de mencionar solo lo bello.
Recuerdo nuestras charlas nocturnas, las preguntas incomodas.
La primera vez que me besaste.
Incluso la forma en la que mirabas las tortugas (de alguna forma el tiempo se detuvo).
Recuerdo cuando te abrace (y el tiempo también se detuvo...aunque yo no deseaba que te fueras).A veces hay belleza en el mismo dolor...
Aquel día mis lágrimas se detuvieron al escucharte tocar la guitarra.
En mi imaginación hago tantas veces el amor con tantas personas distintas.
A veces dulcemente, sumisamente incluso.
Me desnudo torpemente, lloro y besas mis lágrimas.
Me acaricias como pocas veces lo han hecho: descubres mi cuerpo con tus manos.
Ahora sé lo breve de la felicidad así que me sentiré libre en tus brazos de sentir, de vivir.
Si he de mencionar algo bello sobre el amor diré con un suspiro hondo que nada me haría más feliz que escuchar que alguien me corresponde.
Hay algo sublime en esta búsqueda que a veces me resulta inútil.
Sin embargo aun espero alguna vez hablar de amor y que no haya lagrimas mientras escribo.
Tratar de recordar las cosas bellas.
El amor y sus breves detalles felices.
Entonces tendré que hablar de aquellas tardes, en tus brazos: cuando me cantabas al oído y lo maravillado que te sentías de verme bajar del autobús.
Tendré que hablar de tus suaves labios...
Si he de hablar solo de lo bueno como hace mucho no hago.
Tendré que hablar de nuestra última noche juntos, de hacer el amor a la luz de las velas, de dormir y soñar contigo.
Y mencionare también de cómo nos gustaba mirarnos desnudos en el espejo. El espejo húmedo del vapor de regadera.
Podré llamarle amor aunque ya no te amaba cuando ocurrió.
Si he de nombrar solo lo bello, tengo que decir que hubo belleza incluso en aquello que nunca ocurrió, aquello que aun espero; ya no contigo.
Puesto que te conocí y me enamore.
Tu voz, tus labios, tu forma de mirar, tu misterio (en el que espere hubiera un espacio para mi).
Si he de mencionar solo lo bello.
Recuerdo nuestras charlas nocturnas, las preguntas incomodas.
La primera vez que me besaste.
Incluso la forma en la que mirabas las tortugas (de alguna forma el tiempo se detuvo).
Recuerdo cuando te abrace (y el tiempo también se detuvo...aunque yo no deseaba que te fueras).A veces hay belleza en el mismo dolor...
Aquel día mis lágrimas se detuvieron al escucharte tocar la guitarra.
En mi imaginación hago tantas veces el amor con tantas personas distintas.
A veces dulcemente, sumisamente incluso.
Me desnudo torpemente, lloro y besas mis lágrimas.
Me acaricias como pocas veces lo han hecho: descubres mi cuerpo con tus manos.
Ahora sé lo breve de la felicidad así que me sentiré libre en tus brazos de sentir, de vivir.
Si he de mencionar algo bello sobre el amor diré con un suspiro hondo que nada me haría más feliz que escuchar que alguien me corresponde.
Hay algo sublime en esta búsqueda que a veces me resulta inútil.
Sin embargo aun espero alguna vez hablar de amor y que no haya lagrimas mientras escribo.
domingo, julio 02, 2006
Palabras que no escucharas
Mi sueño empieza etéreo.
Porque tu imagen no esta definida en mi.
A veces eres una sombra que desaparece.
Voz distorsionada, silencio.
Por ello no eres real; tienes un nombre pero...
Estas tan lejos que dudo a veces de tu existencia.
Cierro los ojos...
Recuerdo...me acaricio...me beso.
Imaginando que eres tú el que recorre mi cuerpo.
Porque tu imagen no esta definida en mi.
A veces eres una sombra que desaparece.
Voz distorsionada, silencio.
Por ello no eres real; tienes un nombre pero...
Estas tan lejos que dudo a veces de tu existencia.
Cierro los ojos...
Recuerdo...me acaricio...me beso.
Imaginando que eres tú el que recorre mi cuerpo.